Odio la incertidumbre.

Odio no saber cuándo será la próxima vez que te vea, y odio haber olvidado la última. Odio nuestros encuentros repentinos.  Y odio no estar preparada para ellos.  Aunque estaba convencida de que sí.

Odio tus sorpresas, tus frases de la nada que vuelven a ponerlo todo patas arriba.  Y odio mi reacción: mi sonrisa tonta,  mi enfado,  mis ganas y mi miedo. Otra vez miedo. Por eso escribo.

Me repito una y otra vez: sé valiente. Pero quizá esa frase tenga más sentido en ti. Y me encantaría gritártela cada vez que cruzamos nuestras miradas. Me encantaría escucharte decir que vas a serlo, que lo eres, que quieres vivir sin importar el qué dirán. Aunque tu valentía vuelva a dejarme en un segundo plano.

Leí una vez que el miedo a ser valiente, a equivocarse, es lo que evita las cosas más bonitas de la vida. Yo, una vez lo fui, y puedo asegurarte que fue así.